La utilidad de los cosméticos va mucho más allá de mejorar el aspecto y la apariencia física.
El origen de la palabra cosmético proviene del griego y podría traducirse como algo relacionado con la «belleza y orden universal». Ya en los pueblos primitivos los cosméticos tenían un carácter mágico, religioso y medicinal al utilizarse como una forma de curar, de dotar de buen ánimo y fortaleza.
El origen de la palabra cosmético proviene del griego y podría traducirse como algo relacionado con la «belleza y orden universal». Ya en los pueblos primitivos los cosméticos tenían un carácter mágico, religioso y medicinal al utilizarse como una forma de curar, de dotar de buen ánimo y fortaleza.
En la actualidad, la cosmética es una disciplina de las ciencias de la salud donde se han volcado multitud de conocimientos, investigaciones y descubrimientos del campo de la química, la biología, la psicología y la medicina.
Uno de sus objetivos fundamentales es mantener el equilibrio en todas las funciones de la piel, tanto físicas como psíquicas, y restaurar su enorme potencial de auto-reparación. Al reconstruir las estructuras biológicas deterioradas, nuestra piel puede desempeñar de forma más eficaz su función protectora y de adaptación al entorno.
El buen o mal estado cutáneo se debe, entre otras cosas, a lo que se aplica externamente sobre ella. La aplicación de los cosméticos se utiliza como sinónimo de mejora del orden y la armonía, y en consecuencia, de la belleza. No se trata de utilizar muchos productos, si no los que realmente se necesitan, aplicándolos de forma eficaz y personalizada. El mejor de los productos, o incluso el más caro, puede tener un resultado negativo para la piel cuando no se ajusta a sus características y necesidades de cada momento.
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